miércoles, 28 de enero de 2009

Cartas de amor


Pues sí. Ya he escrito la carta para el concurso. La publico para compartirla con todos vosotros.

Feliz cumpleaños mama,
Hoy te escribo porque hay dentro de mí un gran dolor y este es el último recurso para que de una vez por todas repares en que quiero que recibas un mensaje.
El día que me independicé. En ese día está la clave: el vuelco que ha dado nuestra relación. Creo que nunca aceptaste que es ley de vida que los hijos abandonan el nido para empezar a volar por sí solos. Tampoco asumiste que me marchaba para no volver y que yo lo tenía claro, clarísimo. Aún así, no he tenido noticias ni he notado que me echaras de menos o que pasaras algún duelo por mi marcha. Lo más terrible ha sido descubrir que para mí fue más fácil de lo esperado: estaba más relajada, más tranquila y menos preocupada. Eso me dio qué pensar. Deduje que la ilusión por mi nueva vida me resguardaba de las preocupaciones. No pensé que algún día sintieras que yo te había abandonado.
Quedé embarazada y nosotros estábamos felices. Esperaba que un primer nieto lograría que vieras más allá de tus narices, pero sigues muy acomodada en tus desgracias. Apenas podía imaginarme lo que significaba ser madre: ese amor incondicional y sin premeditación. El nacimiento de mi hija provocó que os juzgara a ti y al papa. Creo que en el momento que eres madre surge en ti esa sensación; sobretodo te pones en la piel de tu madre y como resultado puedes empezar a comprenderla o a no comprenderla. Yo comprendí muchas cosas y deje de comprender otras tantas. Sí, me puse en tu lugar desde la separación y llegué a la conclusión de que yo no hubiera permitido que mi hija pasara por lo que yo pasé, mama. Como hija te lo dí todo porque así lo sentía, pero como madre lucharé para que Alicia no viva situaciones que no debe vivir. Eso de que no tenías más remedio no me lo acabo de creer. Sí que tenías más salidas, lo que no aprovechaste algunas oportunidades tú sabrás por qué. Hoy esas decisiones tuyas tienen consecuencias en mí.
También he notado tus celos por mi relación con mi suegra. No me cansaré de decirte que mi madre eres tú y no hay nadie en el mundo que te sustituya, pero no eres a la única que puedo querer y de ti todavía no recuerdo un te quiero salir de tu boca.
Otra cosa es que he tenido que buscar respuesta a las preguntas que tú no querías contestar y he sabido cosas. Me has ocultado y engañado, me siento manipulada y no creo que esa debiera de ser la recompensa de mi apoyo incondicional. Me has fallado.
Quizá ahora ya no quiera explicaciones. Quizá ahora sólo quiera tener una madre que siempre he sentido lejos. A mí no me gustaría perderme ni un solo detalle de la vida de mi hija, ni ser una desconocida para ella. No quiero regodearme en el pasado. Me apetece más un cambio de actitud sincero y duradero.
Te acepto como eres, pero tú también debes de aceptarme, a mí y a los míos, y poner un poco de tu parte. Date cuenta de que ya no vengo sola: ahora somos tres.
Quiero a Andrés. Me ha hecho libre y alegre. Para él soy especial: me respeta y me acepta. Y siento reconocerlo, pero me conoce mejor que mi madre, con solo mirarnos ya sabemos lo que piensa el otro. Además es un padre excelente, ni siquiera él se lo esperaba.
Y si estas son las sensaciones con Andrés, las que Alicia me hace sentir son aún más únicas. Si realmente supieras cómo es lamentarías no pasar más tiempo con ella. Ella sí que es mi todo. Ahora entiendo el significado de dar la vida por ella. Lo mejor de todo es que sé que me quiere de una manera incondicional. Lo sé porque es como yo quiero a mis padres y saber que ella me quiere de esa forma hace que me esfuerce en no fallarle nunca. Mi hija jamás quedará en un segundo plano e intentaré que jamás tenga esa sensación.
Juntos hemos formado esta familia: unida y libre. Nunca sabes lo que el futuro te preparará, por ello es que en el presente debes de hacer las cosas como creas que las debes de hacer.
Vivo feliz con los míos porque aún en los malos momentos hemos sabido sacar una carcajada y hemos podido seguir para delante sabiendo que estamos unidos. Ese es el espíritu que con vosotros no he vivido y que creo que siempre ha estado dentro de mí. Fíjate que los tres somos diferentes y que cada uno tiene distintas necesidades, pero ninguna de esas diferencias se antepone a lo que mi corazón me dicta: yo los necesito a los dos y noto que ellos también me reclaman. Y es que los tres juntos estamos muy a gusto, así es que aprovecharé y cuidaré esto que tengo hoy para que me dure siempre. Si algún día esto se acaba por lo menos sentiré que he luchado por ser feliz y lo he sido.
Esta carta es para ti, mama, porque nunca antes me dí cuenta de lo mucho que te quiero y te necesito. Su lectura te habrá resultado difícil, también lo ha sido escribirla. No sé qué conseguiré, espero que no nos aleje más de lo que ya estamos. Quizá este sea un acto egoísta, pero no quiero dejar de existir sin haber aclarado contigo lo que me inquieta. Por lo menos quiero que lo sepas. No te pido nada a cambio.
Este es el regalo de cumpleaños más especial que jamás podré darte. Y es el más especial porque TE QUIERO.
Sonia.

¿¿JUSTICIA??


¿ES JUSTA LA JUSTICIA?

Vergonzoso, simplemente vergonzoso. Casos como el de Sandra Palo o de Maore. Delincuentes menores de edad. Que cuestión más complicada. Lo injusto es que el Rafita con 18 años y un caso tan sangrante y cruel como el que lleva a sus espaldas se va a la calle como cualquier ser humano normal y corriente ¡Qué locura! Y el caso de Ripollet acabará igual. De aquí cuatro años él quedará libre. Como si los crímenes que han cometido hubiesen sido simples travesuras. ¿Qué se les fue de las manos? Pues que se lo pregunten a los padres de esas muchachas y al resto de su familia y amigos. No se nos puede ir de las manos todo y quedar impunes tengamos la edad que tengamos. Revisión inmediata de las leyes. Pero no sólo la ley del menor, también la general. ¿Cuántos casos de delincuentes rehabilitados conocemos? ¿Cuántos casos de reincidentes conocemos? La respuesta es bastante pesimista y triste. Está claro que algo falla. No sabría decir si es el sistema en general, la mala planificación, la falta de coordinación o que realmente la cárcel no es más que una escuela de delincuentes resentidos que aprenden de los demás delincuentes.
Oímos casos de personas encarceladas por delitos menores cumpliendo condenas excesivas por falta de abogado o mala gestión del caso. Oímos casos de condenas atrasadas que se cumplen cuando esa persona ha conseguido reinsertarse en la vida social superando sus defectos y delitos. Y casos que sucede justo lo contrario, condenas atrasadas que permiten que un delincuente reincida una y otra vez con total impunidad, como en el caso Mariluz. Luego alguien puede matarte, maltratarte, robarte, vejarte y acosarte sabiendo que solo es “presunto” y si su abogado juega bien sus cartas y el juez “pica” o le cae bien es posible que hasta le caigan pocos años o sólo tenga que soltar unos cuantos euros o, lo que es peor, quede totalmente en libertad como cualquier ciudadano. Estoy convencida que si un desgraciado día cometo un error, por mínimo que sea, me lo harían pagar muy caro, seguro. Porque parece que sólo la ley se cumple contra las personas que se comprometen con la sociedad.
Sinceramente yo temo a la ley. Temo que con lo fácil que parece ser que cualquiera te denuncie por cualquier cosa un día vea mi vida y la de los míos en serios problemas. Parece que el mundo se haya vuelto loco y que todo lo que sucede se resuelve en un juzgado, cuando hay un sinfín de asuntos que se resolverían con un poco más de comunicación y disposición de solucionar problemas.
Y ahora los jueces amenazan huelga. ¡Eso sí que es vergonzoso! Considero muy lógico que soliciten más personal y una modernización de todo el sistema judicial para conseguir una inmediatez real y el cumplimiento certero de las condenas. Pero solicitar mejoras salariales ya es discutible. No critico los sueldos, no soy conocedora del salario de un juez o un magistrado, pero me lo supongo más elevado que el de cualquier otra persona trabajadora. También es cierto que tienen una gran responsabilidad en sus manos, pero también saben que son un órgano supremo casi intocable y corporativista muy cerrado del que dependen nuestras vidas. Han de saber que en un momento de nuestra vida un ser humano normal y corriente que es un juez puede ser el responsable de arruinarnos o salvarnos. Creo que es algo injusto. Y lo es porque no creo que se esté realizando bien la tarea de aplicar las leyes. Empezando por la creación, mantenimiento o disolución de leyes, siguiendo por la ejecución de las mismas y acabando por su cumplimiento, en todos los sentidos y casos. Muy pocos son los que pueden estar satisfechos con esta nuestra ley.
Entiendo que lo de legislar es lo más difícil que existe. Creo con el corazón en la mano que lo de la justicia es una utopía. La justicia es lo más injusto que existe en este mundo. Siempre va a haber quien crea que no se ha hecho justicia. Por eso es en la justicia donde más ha de lucirse el sentido común, y es eso precisamente lo que los ciudadanos encontramos en falta.
Lo justo sería que la ley se adaptara a cada caso en particular con unos patrones morales basados en el respeto y la libertad. Soy consciente de lo complicado en según qué casos, pero debería de ser fulminante y certera en casos como los ya nombrados (Sandra, Maore, Mariluz…). Debería de ser tan cruel como esos delincuentes lo fueron con sus víctimas.
Estoy a favor de que los jueces, los magistrados, que todos los que integran el órgano judicial alcen la voz y reclamen esa mejora que todos necesitamos, pero no creo que sea muy lícito hacerlo a partir de que un señor juez se sienta ofendido por haber sido sancionado por su incompetencia y prepotencia. Hace décadas que la justicia no es justa y que no es la adecuada y ahora los señoritos se sienten atacados porque no son inmunes. La ley también se escribe para ellos. Ahora que les afecta quieren cambiarla.

jueves, 15 de enero de 2009

LA NAVIDAD






Hola compañeros. Ya he vuelto. Esto ha sido un gran parón navideño.
He estado un poco inmersa en otros asuntos y aunque me apetecía escribir en el blog tampoco he tenido la oportunidad.
La Navidad. No es mi época del año favorita, tampoco es nefasta pero me da muchísima pereza. Me gusta reunirme con mi gente si todo está bien, sinó, “¿pa qué?”. Además cuando quiero ver a alguien con quién comparto gratos momentos no me espero a que lleguen las navidades.
Estas fiestas en especial han sido un poco agobiantes. No se han presentado en el mejor marco económico: me falta el trabajo desde hace casi un año y sólo cobro la ayuda; a Alberto le han dado un mes entero de vacaciones para alargar un poco más la faena; y los coches nos han dado un disgustazo de 1000 euros. Sumad a todo esto el gasto habitual más los pocos regalos de las fechas. También hemos tenido hospitales de por medio ¿verdad que sí? Y, como no, un poco de incomodidad familiar.
En lo que se refiere a la familia, he podido certificar, que si hay dos partes es mejor que no se mezclen (si es que no hay ánimo de limar asperezas por algún bando). Es mucho mejor para todos, sobretodo para los que no tienen nada que ver con el asunto. Así es que decidí ser invisible y evitar una situación incómoda para todos, pese a las insistencias. He quedado como terca, pero mi plan ha funcionado: ese día pasó tranquilo y relajado, aunque me hubiera gustado compartir ese día con esa mi gente que sí vale unos buenos momentos. Los míos son míos todos los días del año.
Pero esta Navidad hemos recibido una buena sorpresa: Papa Noel nos dejó un portátil. ¡Estoy disfrutando como una enana! Gracias Tete. No tengo WIFI pero voy a la biblioteca y allí me conecto. A ver si así ya no vuelvo a perderme en esto de los avances tecnológicos.
Lo mejor de esta Navidad ha sido, como lo es todos los días del año, mi princesita, mi Elena. Este año le ha dejado el chupete a Papa Noel a cambio de la peli de WALL-E. Estoy orgullosísima de ella. Pese a que está muy nerviosa y más irascible, lo estamos llevando con mucha naturalidad los tres. Tiene que hacerle el duelo. ¡ES MI CAMPEONA! Me sienta muy bien ver la gran capacidad de adaptación y aceptación a los cambios tan importantes a los que se enfrentan nuestros pequeños día a día. Veo en mi hija un buen nivel de madurez (dentro de su corta edad) para aceptar los grandes retos que la vida le pone enfrente. Esta es la mejor recompensa que unos padres pueden recibir a los esfuerzos y a las dudas que se nos plantean diariamente en esta complicada tarea de educar y crear personas íntegras y libres.
A mi primi Marta decirle que me sienta muy bien saber que me sigue, me das confianza. También para vosotros, Elena y Javi, añadir que siempre he sentido un gran orgullo de ser vuestra prima: siempre habeis conseguido vuestro propósito, con mejor o peor resultado, pero con vuestro esfuerzo. No cambieis nunca.