domingo, 20 de marzo de 2011

VET AQUÍ UN GOS, VET AQUÍ UN GAT...



Pura alegría. Buen rollito. ¿A que sí?

Me quedo con el ritmillo y la esperanza de esta canción.

Habla de los grandes comienzos que se convierten en grandes aciertos para abrir puertas a las ilusiones deseadas.

A todos vosotros que me habéis acompañado en esta gratificante aventura de bloggear, GRACIAS.

Me voy feliz y plena. Esto no es un hasta luego, es un adiós.

sábado, 5 de marzo de 2011

EL BARREDOR AUTOMÁTICO 2011


Existió una vez en un lugar una mujer muy entregada a la limpieza de su hogar.

Lo tenía todo siempre reluciente. Ni una sola mota de polvo. Un suelo espectacular.

Tenía esta señora una sencillita escoba de cerdas muy redonditas con un recogedor precioso. Con esta escoba y su recogedor la mujer lograba dejar sus suelos realmente pulidos y brillantes. No sabía si es que ella misma era un fenómeno limpiando o es que esa escoba con esas cerdas era como mágica. En realidad eran un tándem perfecto, rematado por ese pequeño recogedor que finalizaba la faena.

Pero cierto día llamó a su puerta un señor comercial con un revolucionario invento: EL BARREDOR AUTOMÁTICO 2011. Era un artilugio estupendo con cincuenta mil accesorios, una potencia limpiadora descomunal y una garantía de futuro infinita. -"Tire usted su vieja escoba".

Ella no la tiró. Se quedó el superbarredor con todos sus accesorios, no le faltó ni uno solo. A su adorada y sencillita escoba la dejó en un rincón y se olvidó de dónde la había abandonado. Sin embargo el pequeño recogedor no lo desechó. Lo creyó insustituible. Los dos recogedores que le venían con el aparato revelación no le acababan de solucionar, así es que se quedó el suyo cuidándolo como oro en paño.

Comenzó a usar su nueva escoba. ¡Qué bonita! ¡Qué ligera! ¡Cómo brilla todo! Oh, no. No es oro todo lo que reluce. Sí que era bonita, sí que era ligera, pero sus rincones empezaron a acumular pelusa. Decidió hacer uso del resto de accesorios, pero uno a uno fueron dejándole su hogar cada vez más y más y más sucio.

La mujer no sabía qué hacer. Se lamentó y se volvió a lamentar. Tan solo su pequeño recogedor la consolaba ayudándole a recoger a paladas todo el polvo exparcido en el suelo que el barredor 2011 le había dejado. Entonces recordó que una vez tuvo una sencillita escoba de cerdas muy redonditas que la dejó en un rincón y se olvidó de dónde la había abandonado. Quiso recordarlo pero no la encontró. Se ha quedado con su querido recogedor y ahora su hogar ni reluce ni es espectacular.

Que cada cual saque su moraleja.