jueves, 14 de octubre de 2010

¡AY, MIS MUELAS!

¡Qué tres días llevo! Dicen que los cólicos nefríticos son peor que un parto, mi parto fue divino y no he sufrido de piedras al riñón, así es que no puedo opinar. Pero de lo que sí puedo dar fe es que el dolor de muelas es terrorífico, insoportable, desesperante, penetrante, grrrr...

Llevo desde el lunes tarde con un insistente dolor de muelas. Tras no dormir la noche del lunes al martes y sin que el ibuprofeno que me tomaba me hiciera nada de nada, el martes, día del Pilar, fuí de urgencias: chute de diclofenaco de entrada y cada ocho horas más diclofenaco y amoxicilina. Vamos, dopada por completo. Pues el dolor seguía ahí, dale que dale. Otra noche sin dormir.

Miércoles tarde, cita con el dentista, resultado: el próximo jueves tengo hora para quitarme, de entrada, una pieza, pero puede que sean dos. Yo pensaba que era la muela del juicio, cosa curiosa: nací sin muelas del juicio (ahora entiendo el porqué de ser cómo soy), bueno, tengo una. Pues resulta que el poco juicio que tengo todavía no ha salido, está en ello, pero es que no me nace normal, para abajo, como todas, no, está atravesado, y duele... El señor dentista dice que aunque el poco juicio que me queda me lo ha de sacar con operación, tengo un par de muelas que urge sacar, tengo riesgo de infección de hueso. Me ha cambiado al ibuprofeno otra vez y amoxicilina más fuerte todavía. Ya no duele pero me falta bien poco para empezar a ver dragones.

Me cuenta todo esto y me da vergüenza, de verdad. Pienso: ¡qué marrana soy! Sé lo importante de tener una salud bucal sana, pero también sé el gran dolor bucal que te producen algunas visitas al dentista. Me cuesta ir de forma anual a las revisiones y no sólo por el dinero, sinó por mi trauma infantil. Mi historia de desamor con mi dentadura se remonta al nacimiento de mis dientes de leche, ya salieron picados, me mojaban el chupete en azúcar para no llorar, así es que de forma prematura conocí los instrumentales propios de los dentistas. Fue terrorífico. Es por ello que si no me duele lo suficiente prorrogo las visitas dentales todo lo más que puedo.

Sé que no es el mejor ejemplo para mi hija, aunque sí que estoy pendiente de que tenga una buena higiene bucal y procuraré que ella sí vea que las visitas al dentista no son tan traumáticas. Hoy por hoy, ya veremos a partir del jueves, puedo decir que he encontrado el dentista que ha hecho desaparecer mi ansiedad por sentarme en esas camillas de diseño.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no tengo miedo al dentista, ni muelas del juicio ya. Y espero que no me ocurra un dolor así, soy alérgica al diclofenaco

Peggy dijo...

Mira, pues mi alergia es a las pirazolonas, lo que comercialmente se conoce como Nolotil.
Este dolor no se lo deseo a nadie. Pero he de comunicarte que hoy ya no me duele.