jueves, 4 de noviembre de 2010

AUTOANÁLISIS

¿Hasta que punto puede ser beneficioso eso del autoanálisis?

A lo largo de nuestra vida es muy provable que necesitemos, en muchas ocasiones, la ayuda psicológica de algún profesional o buscarnos remedios caseros para poder superar los obstáculos que nos encontramos por el camino.
Personalmente siempre he acudido a los remedios caseros, a excepción de una ocasión, siendo adolescente, mi madre me llevó a la visita de una psicóloga amiga, Júlia, a la que, por cierto, he de agracecerle mucho y no por esa época en cuestión.
¿A qué me refiero con remedios caseros? Pues al instinto. Aprendí a dejarme llevar por mis intuiciones más lo aprendido con la observación de mi entorno. El resultado es bastante favorable, ya que me ayuda a reafirmarme y sentirme segura de mí misma. A esto yo le llamaría el autoanálisis.
Autoanálisis y analizar todo lo que te rodea es bueno, pero, como todo en esta vida, tiene sus límites. Cuando se convierte en obsesión ya empieza a ser dañino y a mermar tus emociones. Es por eso que tengo épocas en las que evito todo tema relacionado con el crecimiento personal, y mira que me gustan los libros de Jorge Bucay.
Ya llevo una época de esas bastante larga, y pese a que, como podéis comprobar, mi autonálisis no se acaba nunca, el hecho de no necesitar un apoyo de cualquier tipo para buscar respuestas a mis porqués es un punto muy favorable para mí, ya que significa que paso por una etapa estable o por lo menos que tengo las cosas bajo control. Todo esto no significa que lo que sucede a mi alrededor no me afecte para bien o para mal, significa que mi fuerza interior está en unos niveles óptimos para enfrentarme al día a día.

En estos últimos tiempos he tenido la ocasión de conocer a una persona que, llegado a este punto mis conclusiones son: tiene un problema vital desde que nació y su entorno, muy habituado a la psicología, lejos de ayudarla, la ha sumergido aún más en sus traumas y le ha creado otros. Se ha convertido en una persona artificial incapaz de transmitir ni expresar sentimientos. Vive obsesionada en analizarlo todo y a todos los que le rodean para evitar ser dañada, y resulta que se ha olvidado de mirarse a sí misma, y creyéndose el ombligo del mundo, no se da cuenta de que ella también hace daño. Se supone que el ser humano es parte emoción y parte raciocinio y la clave de la felicidad propia y de los que te rodean está en saber combinar esas dos cualidades, y a eso se le llama inteligencia emocional.

P.D.: A tí, que si lo lees y te sientes aludida, y siempre desde mi ignorancia, te explicaré un caso que viví en primera persona. Luz, joven y atractiva, vivía con su padrastro y su hermana pequeña, su madre vivía en Dinamarca. La madre era psicóloga (al parecer muy buena y prestigiosa), Luz lesbiana. El padrastro de Luz estaba divorciado de su madre y sin embargo era el tutor de las dos chicas. Luz y su madre no se hablaban, esa mujer no encajó la orientación sexual de su hija mayor y puso tierra por medio. Moraleja: EN CASA DE HERRERO, CUCHARA DE PALO.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me has hecho que me autoanalice

Peggy dijo...

A mí me a ayudado mucho y me ha sacado de muchas, pero ojito que es un arma de doble filo. Una vez está todo en orden hay que dejar descansar a Pepito Grillo.